Nadie, vió nuca tu mano y la mía
nadie, mientras juntas bebían,
cuando yo más triste estaba,
cuando yo más lejos te sentía
entonces, a mis ojos se asomó
un pedacito de sueño, una locura
Céfiro del este, nunca palpé tu piel
ni tus ojos, dormidos en Almagesto
desgaste de angustia, que si no te quiero
que si no me quieres, entre bostezos
se perdió un clavel, infinito
magnífico, de sed de amoríos
un clavel, de muerte
de nuestra lejanía, de nuestra suerte
entonces a mis ojos se asomó
un pedacito de sueño, una locura
bastó un susto de agua
para que mi tristeza te besara,
para que mi soledad y la tuya
fueran estrellas de la misma noche
Bruja de cobre, lenta retórica
lento sacrilegio, que me hablas
a veces, y a veces me callas
y a veces me quieres, sin una palabra
y a veces me regalas, un pedacito de sueño
una locura
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